EL DESGOBIERNO DEL APRENDIZ. Autoritarismo, guerra y pandemia. Balance del segundo año de gobierno de Iván Duque Márquez
Presentación del libro
El
segundo año de presidencia de Iván Duque se partió en dos mitades casi iguales.
En un primer momento, hubo unos meses (de agosto de 2019 a febrero de 2020), en
los que la ciudadanía se tomó la palabra y las calles del país para derrotar a
los partidos tradicionales en las elecciones regionales de octubre y para
protestar por los desafueros del gobierno; Desde marzo, llegaron la pandemia y
el confinamiento, con el que se intentaba contener un virus que no surgió por
una decisión humana.
De
las calles, a encerrarse. Un microscópico virus partió la historia de este país
y de este gobierno en dos. Y así comenzó un juego, de vida o muerte en muchos
casos. Todo lo que siguió a continuación sí es consecuencia de decisiones
humanas. En nuestro contexto, los poderes económicos, políticos y armados,
legales e ilegales, han tomado esas decisiones por nosotros.
Sabemos
que un organismo con un sistema de defensa robusto sobrevive a los ataques de
casi todos los virus existentes. Y si no hay enfermedades de base que le
permitan atrincherarse y multiplicarse, son menores las probabilidades de
sufrir o de perecer.
En
Colombia, comenzamos en 2016 a trazar un camino para resolver nuestra tragedia
nacional, nuestra enfermedad bicentenaria, la violencia política. Pero cuando apenas
iniciábamos el recorrido para lograr paz completa el Centro Democrático y su
candidato Iván Duque ganaron las elecciones y comenzaron a buscar hacer trizas
el acuerdo de paz, cosa que han logrado en parte, mientras al mismo tiempo
desataban un nuevo proceso de reformas económicas destinadas a precarizar el
trabajo, privatizar pensiones y favorecer a sus financiadores.
Por
eso, y en parte aupados por la ola de protestas globales, estudiantes y
trabajadores lograron convocar el masivo Paro Nacional de noviembre de 2019.
Ese proceso de movilizaciones interrumpido por la cuarentena ha sido respondido
por la ruptura constitucional disfrazada de emergencia económica, el aumento de
la violencia política, las violaciones de derechos humanos y las masacres, la
compra de una mayoría en el Congreso y la cooptación de todas las ramas del
poder y de los entes de control del Estado. Y de otro lado, ha tomado
decisiones tardías, equivocadas y limitadas, con unas consecuencias sociales
devastadoras. Veinte años de retroceso social, 32 % de desocupación, hambre
generalizada.
Para
cualquier persona que viva en Colombia, la covid-19 está dejando desnudo el
régimen y su agenda: su esfuerzo mal disimulado de hacer a un lado la
construcción de la paz y lo que ella produciría en una mejor vida para la
población. La diferencia es que ahora, la crisis de salud y sus correlatos
sociales y económicos son el escenario de los intentos para desbaratar la paz y
acallar a sus defensores usando las masacres, los asesinatos de líderes, la
impunidad, la remilitarización y el favorecimiento a los poderes económicos oligárquicos
sin importarle cinco la población y los territorios más victimizados.
Desde
el 21 de noviembre de 2019, colombianas y colombianos salieron a las calles, golpearon
sus cacerolas en las noches, se expresaron por las redes sociales durante más
de dos meses. Manifestaron en las calles su rechazo al desastroso estado de la
nación y señalaron como responsable al actual presidente del país y sus aliados,
expresaron la voluntad social de detener un gobierno que insiste en sumergir al
país en la guerra y la miseria.
El
2020 comenzaba esperanzado por el ánimo de las movilizaciones, pero la historia
cambió y el panorama social se agravó.
En
medio de la crisis de la pandemia, el gobierno de Iván Duque no ha podido o no
ha querido avanzar en la paz, ni detener esta nueva espiral de violencia, de masacres
de jóvenes, asesinatos de líderes y lideresas sociales y de excombatientes, despidos
masivos, feminicidios, hogares con hambre; niños, niñas y jóvenes sin acceso a las
clases virtuales, militares ocupando la Amazonia, trabajadores de la salud sin
recibir salarios por meses, narcotraficantes avanzando en los territorios, desalojos,
suicidios.
A
pesar de su falta de carisma y su nula empatía, de la mala gestión de sus
ministros, consejeros y asesores, en medio de una fortísima oposición, Duque y
su gobierno han concentrado en sus manos todo el poder del Estado, abusando de facultades
excepcionales que le han permitido la expedición de al menos 164 decretos que
favorecen a intereses corporativos y financieros, debilitando lo público y
olvidando el bienestar colectivo como podrá leerse en el primer apartado de este
informe: “Dos años de desgobierno”.
Por
otro lado, aunque el gobierno ha puesto atención a la pandemia, en la práctica,
no la ha atendido directamente, sino que ha dejado esta labor en manos de terceros
y lo ha hecho además sin un enfoque de derechos humanos y rechazando medidas
que garanticen protección social universal. Por esta razón, derechos como la
salud, el trabajo, la educación, la alimentación
o el agua son el reflejo de un estado militarista
indolente frente a la vida y debilitado para garantizar mínimas condiciones
de vida a toda la población, a pesar de propuestas y
movilizaciones para que se cree un ingreso básico para toda
la población vulnerable, como se describe
en el segundo capítulo: “Pandemia y
autoritarismo”.
El
tercer apartado, titulado “No más silencio, nos están matando” expone el aumento
de los asesinatos de líderes y lideresas en el país, su sistematicidad, la concentración
de la muerte en zonas de disputa territorial por actores armados, la ineficacia
de los mecanismos estatales por atacar de raíz causas como el avance del
paramilitarismo y el narcotráfico, las afectaciones diferenciadas de la
violencia contra las mujeres, las personas LGBTI, los grupos étnicos y las
personas racializadas.
Aunque
existen cifras diferenciadas y datos recolectados por fuentes oficiales y de la
sociedad civil, es posible afirmar que el segundo año de gobierno de Iván Duque
es el más violento para los liderazgos sociales en los últimos años.
Sordo
ante las protestas y las propuestas ciudadanas en la formulación de los planes de
desarrollo, con medidas represivas y limitantes para el ejercicio de la
protesta social, agudizando la emergencia humanitaria en las cárceles, atacando
de manera permanente a las altas cortes y poniendo en riesgo la independencia
judicial, es claro que vivimos una “democracia sin garantías”, como se presenta
en la cuarta sección de este informe.
En
contravía de lo que este gobierno plantea, los movimientos sociales por la paz
y los derechos humanos y quienes firmaron el acuerdo final continúan defendiéndolo
y exigiendo su implementación, así como el reinicio de diálogos con el Ejército
de Liberación Nacional. Con un nivel de implementación que nuevamente, no
supera el 4 %, una nula voluntad política, la desfinanciación de los
principales puntos del Acuerdo y una contrarreforma rural en marcha, el acuerdo
de paz está en vilo.
Al
observar las realidades locales, es visible que el segundo año de gobierno de
Iván
Duque se caracteriza por el escalamiento de la violencia en varias regiones del
país. La respuesta frente a las demandas sociales se ha centrado en aumentar el
pie de fuerza militar, que, en lugar de traducirse en mayor tranquilidad y relaciones
pacíficas a nivel territorial, ha contribuido al aumento de las acciones
violentas, mientras se impide el diálogo o la atención humanitaria frente a las
múltiples carencias que se viven a nivel regional.
Además,
se siguen evidenciando alianzas y omisiones de actuación entre la fuerza
pública y grupos paramilitares.
El
capítulo denominado: “El rostro de la guerra, la pandemia y el autoritarismo” da
cuenta de esto. En materia internacional, este informe plantea que asistimos a
una ideologización de la política exterior a partir de la cual se da una
polarización derecha/izquierda que tiene como consecuencia la imposibilidad de
diálogo entre sectores con perspectivas políticas divergentes, en especial, con
los países denominados como la Troika de la tiranía: Cuba, Venezuela y
Nicaragua. Este manejo de la política internacional se expresa también en la
situación que se vive en la frontera y el manejo desastroso que se ha dado a lo
que sucede en el límite con Venezuela, situación que ha incentivado rentas
ilegales, tráfico de personas, desempleo e informalidad y un índice de
necesidades básicas insatisfechas (NBI) que rebasa el 50 %, casi duplicando el
promedio nacional (27%).
Aunque
se podría pensar que esta situación exige una respuesta humanitaria e internacional
inmediata, el gobierno Duque se enfoca exclusivamente en la vía militar, lo que
explica también que su gobierno favorezca el intervencionismo estadounidense en
Venezuela.
Lamentamos
que este informe muestre un panorama desolador, pero es necesario seguir
nombrando también la fortaleza de las personas y organizaciones que continúan
insistiendo en la voluntad de cambio y de construcción de paz. Hacer visible el
desgobierno del aprendiz significa poner la mirada sobre las consecuencias nefastas
que produce pasar por alto las demandas sociales y fortalecer los argumentos y
acciones que desde la ciudadanía hemos construido para dar un vuelco a la política
nacional y que, al fin, privilegiemos la vida. Nuestro cuerpo, el colectivo, el
país, debe seguir en camino a la recuperación, capaz de enfrentar cualquier virus,
de hacerle frente a los virus de la guerra, la pobreza y la desigualdad.
Este
informe lo demuestra página por página. A través de 56 artículos organizados en
7 capítulos, que parten del contexto general hacia una mirada sectorial territorial
o poblacional en asuntos de relevancia como lo que ha sucedido en materia económica,
la garantía de derechos sociales, la protesta social, el manejo de la pandemia,
la implementación de los acuerdos de paz, la falta de garantías democráticas,
la situación carcelaria, el recrudecimiento del conflicto y la situación que se
vive en distintas regiones de Colombia que son un reflejo de lo que en este
informe hemos llamado como el desgobierno del aprendiz.
La
responsabilidad de conformar este retrato de nuestra cruda situación es fruto del
trabajo coordinado de más de 500 organizaciones sociales y no gubernamentales
agrupadas en las tres grandes plataformas de derechos humanos del país, que hoy
presentamos este informe nacional de balance del segundo año de Duque, quien,
como buen aprendiz ha repetido en su administración el uso del autoritarismo,
la seguridad democrática y la muerte que caracterizaron al gobierno de su jefe
político, Álvaro Uribe Vélez.
Este
informe es posible gracias al valor de comunidades y organizaciones sociales que
en sus territorios defienden los derechos humanos, sociales y ambientales, a
pesar de amenazas y violencia sistemática. Es posible gracias al conocimiento acumulado
y al análisis de investigadoras e investigadores que en universidades y centros
de pensamiento escudriñan insatisfechos nuestra realidad, buscando un porvenir
mejor para Colombia. Es sobre todo un esfuerzo de las organizaciones de
derechos humanos y paz que viven para defender la vida, la reconciliación y las
libertades y garantías constitucionales, aunque nos está costando centenares de
vidas.
Plataforma
Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo (PCDHDD)
Calle 54 No. 10-81
Cuarto piso – Bogotá D. C.
palataformaco@gmail.com
Coordinación
Colombia-Europa-Estados Unidos (CCEEU)
Diagonal 40A No. 14
– 66 Tercer piso – Bogotá D. C.
coeuropa@coeuropa.org.co
Alianza de
Organizaciones Sociales y Afines (Alianza)
Carrera 15A Bis No.
45 – 37 Bogotá D. C.
alianza@coljuristas.org
Bogotá, Colombia,
septiembre de 2020
Coordinación
general. Aura Elizabeth Rodríguez Bonilla. PCDHDD
Comité académico
Alberto
Yepes Palacio. Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Humanitario – CCEEU
Andreiev
Pinzón Franco. ENDA Colombia – PCDHDD
Camilo
González Rodríguez. CIASE - PCDHDD
Gustavo
Pérez. Colombia Diversa – CCEEU
Lida
Núñez Uribe. Corporación Viva la Ciudadanía - Alianza
Soraya
Gutiérrez Argüello. Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo – CCEEU
Colaboración
editorial
Luisa
María Navas Camacho
Juan
Bernardo Rosado
María
José Díaz Granados
Diseño
y diagramación
Ilustra
y comunica
Paula
Camila Cruz Fajardo
Fabián
Hernández Cadena
Erika
Paola Forero
Fotografías
Víctor
de Currea-Lugo
Caricaturas
Julio
César González, Matador
Impresión
Ediciones
Ántropos Ltda.
Apoyo
general
Silvia
Juliana Quintero Erasso
Sergio
Augusto Ortega
ISBN:
978-958-8592-64-0
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