Un encuentro fértil entre la teoría y la práctica. Campesinos de la vereda Bore de Piedecuesta mejoran su calidad de vida
Un encuentro fértil entre la teoría y la práctica
Campesinos de la vereda Bore de Piedecuesta
mejoran su calidad de vida
Crónica
institucional
Por:
Domingó (Corporación Compromiso)
La mañana algo fría, no
dejaba predecir con exactitud que el día resultase tan productivo. Las dos
jóvenes practicantes de Trabajo Social
de la UIS Natalia y Tatiana esperaban
con tranquilidad a los coordinadores que las llevarían al lugar de encuentro,
donde ya se había concertado la fase
final de análisis del proyecto de economía campesina que la Corporación Compromiso
desarrolla con 90 familias rurales en las distintas veredas de Piedecuesta. Esta vez el lugar de trabajo era la vereda El
Bore.
Una vez llega Esperanza
y Benito profesionales de la Corporación quienes son responsables del proceso,
solo faltaba esperar al periodista que contaría la historia y a don Jaime dueño
del campero que los trasladaría al lugar de trabajo. No fue necesaria una gran
espera, en pocos minutos, todos estaban rodando por carretera destapada hacia el
encuentro con los campesinos y campesinas que según lo concertado, ya los
estaban esperando. Entre el frio que se colaba insistente entre las ventanas
del viejo campero y los sobresaltos de una carretera de piedras y pequeños
huecos, fue inevitable preguntar sobre la experiencia y logros conseguidos en
el desarrollo de este proyecto.
Las respuestas de los
coordinadores sorprenden por la precisión de los datos que manejan y el
conocimiento del contexto campesino que la Corporación tiene en estas tierras a
la vez tan cercanas y lejanas
de la ciudad. La voz de Esperanza
y Benito contrasta con los saltos del pequeño campero cuando esquiva las
piedras del camino, sus voces suben y bajan
con intensidad por dicho
movimiento, dándoles un aire de lucha y dificultades que finalmente son
superadas.
Según nos hacen saber,
se encuentran satisfechos con el proceso del proyecto de economía campesina en
estas veredas de Piedecuesta. Tatiana y Natalia confirman que para ellas esta
ha sido una experiencia muy confortante ya que han podido verificar el
conocimiento científico con el conocimiento de los campesinos y su realidad
social. El encuentro entre la teoría y la práctica. ¡Ya lo veremos! les digo en tono de broma, sin
sospechar siquiera lo que más adelante y en el transcurso del trabajo
vería.
El objetivo del proyecto
–explican- es que los campesinos y campesinas puedan permanecer en su territorio con autonomía y sean
reconocidos como actores económicos, sociales y políticos en la región. Además
la mayoría de las noventa (90) familias campesinas acompañadas por Compromiso
validaron de manera colectiva la propuesta integral de economía campesina desde
el enfoque de defensa del territorio y adaptación al cambio climático.
Al respecto, la Corporación
Compromiso en sus documentos de estudio y análisis de este proyecto dice que el municipio de Piedecuesta como hace parte de
la zona andina y los agricultores objeto del proyecto están en la parte de
cordillera y sus parcelas están en el rango de las UPA de 5 has, están
incluidos dentro del concepto de economía campesina, siendo la base de la
fuerza de trabajo los miembros de la familia, que a su vez comercializan sus
productos en el mercado local y regional. La agricultura en el municipio se
hace en pequeñas parcelas, y se cultivan verduras, el monocultivo de mora de
castilla, frutales diversos, hoja de tabaco y en menor proporción caña
panelera.
La Corporación continúa
con más información de importancia “En un trabajo de investigación realizado
por Compromiso en Piedecuesta en el año 2013, encontramos los siguientes
datos característicos de los campesinos de las veredas de interés de este
proyecto. Con respecto a la tenencia el 63,4% son propietarios, el 14,85% son
arrendatarios, y el 18,81% son partidarios. Con relación al área de la finca,
el 68,32 son parcelas menores de 5 has., el 31.68% de las UPA están en el rango
entre 5 y 7 has.
En cuanto a la
asistencia técnica agrícola solo el 11.88% recibió este servicio, y el 88.12%
no ha contado con este apoyo técnico. En lo referente al estudio de suelos los
datos son: el 92,08% no ha realizado estos estudios y el 7,92% si han logrado
hacerlos. En cuanto al uso de sistemas de riego el 96,04% no tiene el servicio
y solo el 3,6% tiene un sistema rudimentario”. Es así que en este escenario el
proyecto se propuso construir una propuesta que fortalezca la economía
campesina, que mejore sustancialmente la situación de los productores rurales
introduciendo la generación de semillas propias tradicionales, la
diversificación productiva, el fortalecimiento institucional, la construcción
de estrategias de comercialización solidaria, asistencia técnica permanente
apropiada de calidad para la agricultura limpia. Con esta propuesta se busca
mejorar la seguridad alimentaria, retener los campesinos en el espacio rural
como productores, con capacidad de intervenir en los aspectos que le atañan
como sujeto político y social para iniciar las modificaciones del entorno y
desempeñar el papel de actores en la definición de políticas públicas de
desarrollo rural desde el "CMDR y el Conseas"(vías terciarias,
acueductos veredales, vivienda, etc.), sean estas propuestas presentadas por
las organizaciones en forma directa o a través de los espacios propios de la
Institucionalidad popular.
Y hay más, en los
documentos de análisis de Compromiso, respecto al proyecto que vamos a visitar.
Los habitantes rurales del municipio están fuertemente ligados a la tierra, la
fragmentación predial de la mediana propiedad está ocurriendo aceleradamente,
lo cual hace que se impongan cada día más el minifundio, o micro-fundio, que
por lo general están en zona con gran pendiente. En estas pequeñas parcelas se
cultiva mayoritariamente "la mora de castilla", que funciona como
monocultivo, como pequeña plantación. La dirección de estas unidades de
producción están a cargo del jefe del hogar y la mano de obra para la
producción la colocan los miembros del hogar. En periodos de cosecha, entre los
mismos habitantes de la vereda, se contratan uno o máximo dos jornaleros que ayuden
a la recolección. A pesar de ser un monocultivo, por las relaciones que se dan
al interior del núcleo familiar y las externas con el entorno, estas parcelas
hacen parte de la Economía Campesina en la zona rural de Piedecuesta.
La comercialización de
la mora de castilla y de otros productos se hace de manera individual, con
precios fluctuantes, de baja rentabilidad, manteniendo en condiciones de
pobreza a los productores. Por estas circunstancias la población joven no le
encuentra sentido permanecer en el campo y menos como productores, la
alternativa que ven es desplazarse del territorio a las áreas urbanas buscando
mejores condiciones de vida.
La permanente
subdivisión de las fincas en zona con gran pendiente hace que se presente una
gran cantidad de cultivos en la ladera, reflejando el conflicto por el uso del
suelo, el uso intensivos de agroquímicos sumado como un elemento más al
deterioro ambiental del suelo que los hace menos productivos; la falta de
asistencia técnica apropiada, y las dificultades para el acceso al crédito
bancario oportuno para los campesinos, la comercialización desventajosa para el
productor configuran un escenario muy difícil para la permanencia de los
campesinos en el territorio.
Este cuadro
problemático permite identificar la defensa del territorio del monocultivo, por
cuanto las 90 familias campesinas objeto del proyecto dedican sus trabajo,
hombres y mujeres, con exclusividad a la producción de la "mora de
castilla", aun cuando están en unas tierras aptas para la producción de
hortalizas, otros frutales y pan coger, ella dependen de los ingresos de la
mora para su subsistencia. La mora no es un producto prioritario en la canasta
familiar y los precios en el mercado regional son excesivamente fluctuantes en
corto tiempo afectando gravemente a los productores. En la mayoría de las
fincas ya no hay huertas caseras, no se producen los alimentos que consumen
diariamente las familias, predomina la compra de estos en el mercado regional y
local con los pocos ingresos que genera la mora, poniendo en alto riesgo la
seguridad alimentaria y nutricional de las familias.
Hay que significar que
antes de que este cultivo se impusiera como la actividad principal las mujeres
eran las encargadas del trabajo de la huerta, ahora se dedican a "moriar", es
decir a recoger la mora y podar las plantas, en el marco de la economía
campesina sin remuneración. La mujer al perder el cultivo en la huerta, se
convierte en una obrera más sin salario por todo el trabajo
familiar que aporta, además del trabajo en la mora en el marco de la producción
campesina.
Dada la dependencia de
los ingresos de un solo producto (la mora), estos campesinos son demasiado
vulnerables a las modificaciones del clima, por cuanto las moras necesitan
determinada cantidad de agua en su proceso de floración cosecha y sostenimiento
de la planta y se presenta un verano intenso y extenso acaba con el cultivo y
las posibilidades de ingresos, y si hay demasiada agua se daña la producción,
todo en razón a que la mora es un cultivo que se siembra a cielo abierto.
Además los campesinos son vulnerables con la llegada de los megaproyectos de
turismo que se proyectan en la zona, o al interés de las llamadas
“corporaciones ambientales públicas o privadas”, que intentan adquirir sus
predios, con un supuesto interés de protección ambiental.
La amenaza de la
pérdida de identidad campesina, referida a la permanencia en el territorio como
productores de alimentos, que le garantizan autonomía y seguridad alimentaria,
es cada vez más crítica.
No hay alternativas de
comercialización que motiven la producción campesina. Hoy lo que existe es una
comercialización controlada y manipulada por los intermediarios, lo cual ayuda
a explicar la inestabilidad de los precios para los bienes agropecuarios
generados en las parcelas, y con ello desmejorando la calidad de vida y llenando de argumento a los
jóvenes campesinos para migrar a la ciudad.
Los beneficiarios en
más del 90%, por las distancias que existen entre la vereda y la cabecera
municipal, tienen una limitada participación en la vida pública y política del
municipio. Por la distancia entre las casas de la vereda, y la distancia entre veredas los
lazos de solidaridad y cercanía son débiles, lo cual dificulta la acción
colectiva para resolver problemas. La mayoría de los campesinos tienen la primaria completa.
Como vemos, la
problemática es bastante compleja. Mientras tanto y sin darnos cuenta, el
pequeño campero deja de saltar y tras un silencio de segundos nos encontramos
en unas laderas verdes, cobijadas por árboles de gran frondosidad y donde las montañas se yerguen orgullosas y
desafiantes.
Allá, pegaditas a las
montañas, se ven pequeños bizmas de color verde que Benito, explica, son los
cultivos ya de mora, maíz, plátano, yuca etc.
Estas pequeñas manchas parecen
a la distancia, la impronta de un pintor, pero si uno observa sin el
romanticismo artístico de los paisajes bucólicos, le parece sentir que las
matas de plátano o maíz abrazan la montaña con desesperación, es como si
temieran desprenderse de sus raíces y caer loma abajo. Es fácil por lo tanto
imaginar que el cultivo en estas laderas tan pendientes significa un
titánico esfuerzo para hombres y mujeres,
que por su realidad económica, tienen que someterse a semejante desafío de la
gravedad, para poder cultivar el alimento que finalmente es llevado al pueblo o
la ciudad, sin que nadie se entere de la más abrumadora historia que les
precede. La inclinación tan abrupta de estas montañas, parece reiterar, que la
vida es una pendiente que no da sosiego, llena de dificultades, aunque su cima
presagia la esperanza. Tal vez eso explique el tesón de estas mujeres y hombres
campesinos, que además de su transparencia de corazón, no dan tregua en su
lucha por mejorar sus condiciones de vida.
Y si, aquí estamos,
listos a subir la pendiente de una pequeña colina donde se encuentra la casa de
la familia Reátiga y donde sabemos que ya nos esperan para iniciar el día de
trabajo. Nos recibe la gritería de los perros, el aleteo inesperado de las
palomas y el maullido lejano de un gato, que se confunde con la voz de las
mujeres que se encuentran al fondo de la cocina en los menesteres del día.
Están aquí campesinos y
campesinas pertenecientes a tres
familias más de la vereda, el recibimiento es alegre y ya saben cómo
será el trabajo. Esperanza y Benito junto a Natalia y Tatiana despliegan
rápidamente los materiales de trabajo. Una enorme cartulina con secciones ya
dibujadas, pequeños formularios con preguntas se encuentran en las manos de los
participantes todo sucede rápidamente, de una manera natural, como si estas
estrategias educativas o de metodología formaran parte del paisaje y de la vida
cotidiana de los campesinos. Es la primera sorpresa, pues el angosto pasillo de
la casa campesina se convierte en un aula de clase.
La cartulina de la
pared anuncia que se trata de una línea de base trazada con anterioridad pero
que ahora busca determinar que los objetivos y los análisis correspondan a la
experiencia de las actividades del proyecto que en este momento todos van a
evaluar.
Es aquí donde las
estudiantes en práctica dejan ver sus capacidades intelectuales mezcladas con
un trato amable y cordial que es retribuido por el interés de los campesinos. Y
llega la sorpresa anunciada: Don Alfredo hace un recuento de algunas cosas
aprendidas en el proceso del proyecto con un lenguaje académico que es
respondido por Natalia en iguales términos. ¿En qué momento aquí, entre el frio
de la mañana y los tímidos rayos del sol que se cuelan por un frondoso jardín,
el lenguaje académico se funde con la habilidad interpretativa de los
campesinos? ¿Por qué el diálogo entre las estudiantes en práctica y la experiencia
de los campesinos se funden a través del lenguaje propio de la ciencia de una
forma tan natural?
Lógica práctica y
lógica teórica: el debate en las ciencias sociales. ¡Vaya que es mucho lo que
tiene uno que aprender en esta vida! Aquí, viendo el profesionalismo de las
estudiantes y de los asesores de Compromiso, se puede notar que la tensión de
vieja data entre teoría y práctica se desvanece, la idea de ubicar a la
práctica en un lugar secundario toma forma líquida y se integra fecunda a la
tierra para alimentar nuevos frutos de vida. La construcción de pensamiento crítico
y la reflexión, son ya el aire de estos campesinos y campesinas que dialogan
con la academia en términos de equilibrio, hay aquí una naturalidad del
aprendizaje mutuo que solo es posible cuando seres distintos se reconocen como
una unidad natural. Es la sorpresa anunciada: Jóvenes, viejos, mujeres, niños,
diferentes contextos culturales, lo urbano y rural, lo distinto y diferente
demuestran que es posible superar las dificultades de la realidad, que estas
montañas empinadas, son solo una metáfora de aprendizaje colectivo.
No pensé que esa vieja tensión que se puede
rastrear en la distinción que hacían los
griegos entre dos modos de vida: la vida activa y la vida contemplativa (Arendt,
2013)3 y que el mismo Aristóteles en su Ética a Nicómano señalaba al mostrar
dos tipos de saber: el teórico y el práctico. “La vita activa (La expresión “vita
activa” es el planteamiento general de la obra La condición humana Hannah
Arendt) se definía desde una connotación negativa y se ubicaba por debajo de la
vita contemplativa. Para los griegos, la contemplación parecía ser una de las
más grandes facultades humanas, por ello el fin de la vita activa no solo era
llegar a la contemplación sino que era una condición necesaria para alcanzarla.
La primera representaba el modo de vida del político; la segunda, del filósofo.
La primera estaba ligada al pensamiento y a la razón; la segunda, en cambio, a
la acción. Los griegos incluían dentro de la vita activa tres grandes
actividades: la labor, el trabajo y la acción. Si bien consideraban que estas
mostraban un compromiso activo con las cosas de este mundo, a diferencia de la
contemplación que implicaba su distanciamiento, asumían que eran actividades despreciables
justamente porque los alejaban de la posibilidad de contemplar. Laborar
significaba así estar esclavizado por necesidad”. (Fragmento
tomado de Lógica práctica y lógica teórica en la sistematización de
experiencias educativas de Claudia Bermúdez Peña).
La mañana avanzó entre
un arduo trabajo intelectual donde las campesinas y campesinos parecían nadar
como pez en el agua entre conceptos abstractos de planeación, sistematización,
línea de base, objetivos, estrategias de producción agrícola, indicadores,
componentes, diversificación etc. El
aroma del sancocho que las mujeres habían preparado coincidía con el final del
trabajo intelectual y educativo. Así, con calma, tal como había empezado, los hombres y
mujeres se dispusieron a disfrutar de los alimentos que horas antes habían
cosechado de las huertas, ahora mejoradas, sin agratóxicos y trabajadas con
técnicas nuevas y limpias, que gracias a la intervención de la Corporación
Compromiso los campesinos están
cosechando, resolviendo en parte, los problemas actuales de seguridad
alimentaria y asegurando la permanencia de mujeres y hombres en estas elevadas tierras
que se muestran tercas y obsesivas pero habitadas por campesinos y campesinas
nobles, que siguiendo el ejemplo de las montañas, quieren alcanzar los cielos
de Piedecuesta. Allá donde la utopía habita, allá quieren llegar.
Viendo el profesionalismo de las estudiantes y de los asesores de Compromiso, se puede notar que la tensión de vieja data entre teoría y práctica se desvanece, la idea de ubicar a la práctica en un lugar secundario toma forma líquida y se integra fecunda a la tierra para alimentar nuevos frutos de vida.
Esperando el bus rural escolar para asistir a la escuela después de haber participado en el trabajo de planeación con sus padres. Una nueva generación de campesinos se abre paso con mas esperanza.
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